San Valentín es el día del año en el que se celebra el estar enamorado. Pese a su gran importancia comercial, esta festividad no ha perdido su verdadero valor emocional. Y es que a veces es necesario recordar que, demostrar nuestro amor por los demás debe ser una acción diaria, y no una celebración anual.
La psicología del amor es compleja. Cuando se dice que hay química entre dos personas, es de manera literal, ya que segregamos una sustancia llamada dopamina, conocida como la hormona del amor. Es la que nos hace querer estar junto a esas personas con las que nos sentimos cuidadas, y a las que estaremos eternamente agradecidas por hacernos experimentar esta sensación tan increíble.
Y es que el amor no se basa únicamente en el que sentimos hacia nuestra pareja, sino que se manifiesta de múltiples formas, cada cual más intensa. El amor de nuestros padres, a nuestros hijos, a nuestros amigos/as, a nuestras mascotas, a nuestro trabajo...Y ante todo, el amor propio.
Homenajear esto que nos hace sentir tan vivos debe ser una tarea fácil, que carezca de esfuerzos materiales y resalte por su esencia sentimental.
Olvídate de hacer regalos, reservar un viaje o buscar mesa en el restaurante más prestigioso de la ciudad. La verdadera celebración es en casa, el lugar donde demostramos nuestro amor cada día. Prepara una buena mesa, con la vajilla más bonita que tengas, enciende unas velas, cocina tu mejor receta y tendrás el escenario perfecto para este momento único. Para ocasiones especiales como esta, la magia reside en lo simple y cotidiano, no en lo extravagante.
¡Qué disfrutéis del amor!